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viernes, 19 de octubre de 2012

Pisadas en corazones marchitos.

Una vida sin amor es incompleta, pues nadie es capaz de explicar lo que un simple sentimiento puede llegar a hacer en la vida de las personas. Nada se sabe del amor hasta que se ama. Querer es inevitable, te ayuda a crecer y ayuda a que otros crezcan. A veces las tristezas tienen que ver con las personas que se van y eso duele. En esos momentos juramos no volver a encariñarnos con nadie más y cuando conocemos a otros seres especiales olvidamos esa promesa que nunca llegaremos a cumplir. Y así es como vamos dejando huellas en el corazón de las personas y cómo éstas, a su vez, dejan huellas en el nuestro. Cuando alguien se va, lloramos porque el corazón nos pide a gritos esas lágrimas, esas pataletas, para aliviar un poco el dolor que estamos sintiendo. No obstante, cuando nosotros nos marchemos, en algún rincón del mundo, habrá alguien que llorará por el simple, pero a la vez complejo hecho de que ellos también nos quisieron. Aunque pase el tiempo los siglos son iguales. El ser humano es el mismo. Igual de incapaz, igual de idiota, igual de cruel e igual de ignorante.

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